Teresa Sánchez - 1997

AGUJA II
136 x 12 x 6 cm
Madera Marfil
1996
TERESA SÁNCHEZ 1997
Después de una producción pictórica estrictamente geométrica realizada sobre soportes de madera de diversos formatos, Teresa Sánchez ha venido llevando a cabo una obra escultórica a partir de 1990. En estos últimos años su trabajo ha sido especialmente abundante hasta el punto que puede pensarse que la artista encontró en sus piezas tridimensionales el vehiculo más adecuado para expresarse. Si su pintura estaba relacionada con las variaciones de la abstacción post-pictórica iniciada en los años sesenta y caracterizada por la búsqueda de unas formas nítidas organizadas por el intelecto, su escultura no tiene antecedentes específicos y puede vincularse a diversas tendencia modernas, desde aquellas que volvieron a darle gran importancia al oficio de la talla y que tuvieron como objetivo primordial enfatizar la naturaleza de los materiales, hasta las que conciben las esculturas como objetos sencillos, ubicados en el piso, sin base, o instalados en los muros como pequeños relieves, en ocasiones haciendo distribuciones en “gestalts”, y evitan que las obras sean exclusivamente figurativas o abstractas.
Si hay un artista que puede recordarse, así solo sea como referencia remota y admirativa en la producción más reciente de Teresa Sánchez éste es el norteamericano Martin Puryear, tanto por el interés de establecer diálogos profundos entre el hacer del escultor y los materiales utilizados -especialmente en madera-, como por el deseo constante de crear unas configuraciones perfectamente balanceadas entre la abstacción y la representación. Pero mientras Puryear realiza unas esculturas de gran tamaño y con un oficio exquisito producto de su conocimiento del trabajo de los carpinteros y artesanos de Africa Occidental y de su preparación como escultor y diseñador de muebles en la Academia Real de Arte de Suecia en Estocolmo, la colombiana prefiere los formatos pequeños y siempre destaca la actividad manual, hecha con herramientas sencillas y nada sofisticadas. La producción de Teresa Sánchez es, ante todo, una obra pulquérrima de una artista que trabaja a escala humana y en un medio sin lujos tecnológicos.
Aunque las esculturas de la artista aluden a objetos producidos por el hombre -agujas-, o son completamente abstractas o no fácilmente asociables con nada conocido, la mayoría están inspiradas, si así puede decirse, en el mundo de la naturaleza y por ende son, hasta cierto punto, herederas de la tradicción biomórfica que tiene en Moore, Calder, Bárbara Hepworth, Arp, Brancusi y Miró a algunos de sus principales representantes. En esta referencia a la naturaleza hay aproximaciones tanto al reino vegetal como animal. Y realmente sorprende la variedad de los temas que han hecho alusiones a erizos, corales, lombrices, cienpies, cascabeles, raices, nísperos, granadillas, etc.. Sin embargo, algunas de sus mejores obras carecen de título, como en los casos de la escultura en hierro cobrizado y madera marfil -constituida por un doble colmillo sostenido en una pequeña base con muesca -que participó en el XXXIV Salón Nacional de 1992, o de la escultura en nogal y madera marfil- con recuerdos de algún instrumento musical o de un artefacto desconocido integrado por una especie de batea poblada de pequeños cilindros erguidos- de meses recientes.
Por la calidad y novedad de sus obras, la producción de Teresa Sánchez no solo es una de las mejores del arte colombiano actual, sino la única que puede tenerse en cuenta en el arte de la costa -con las obvias excepciones de los bronces de los pintores Enrique Grau y Alberto Sojo-.
Germán Rubiano Caballero